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viernes, diciembre 16, 2016

Cuento de Navidad

Hubo un tiempo en el que fueron imprescindibles en estas fechas los cuentos de navidad. No sé si con categoría de género literario, pero aquello hizo fortuna entre mantecados, abetos y luces de colores, de tal manera que, aunque deba considerarse hoy como relato casi extinguido, este cuento se mantiene. Cómo llamar, si no, al afán desproporcionado y loco que se nos despierta en estas fechas por hacer y esperar regalos, llenar la despensa, adornar todo con luces y poner caras alegres para ir en feliz cortejo a rendir adoración al nuevo ídolo de nuestros días, el consumo. 

Viene de antiguo la idea de que sea ésta una buena ocasión para renacer a algo nuevo y mejor, lo que todavía sigue manteniéndose en casi feliz concurrencia de culturas, credos y países, aunque desde hace tiempo, tal vez desde la niñez, nos estemos equivocando de portal un año tras otro y lo aceptemos como signo de normalidad. Renovamos armario y nos revestimos de las mejores galas para asistir a cenas y comidas, obedientes al edicto de ser, por unos días, felices y compasivos, aunque no cambiemos intenciones ni costumbres. Un nudo de nostalgia nos hará repetir, de nuevo, el pesar por los que ya no están, acaso sin asumir las ocasiones en que pudimos quererlos más o hacérselo saber y olvidando, si fuera preciso, los pisotones que hayamos dado de forma gratuita. Como es natural, diremos a la menor ocasión que no nos gustan estas fiestas porque, en el fondo, nos ponen tristes.

domingo, noviembre 13, 2016

Heroínas

Hoy se trata de hablar de ellas, de ese tipo de madres que ante una carga de profundidad en lo más hondo de su línea de flotación, son capaces de darnos a todos una lección de amor y valentía. Omito por esta vez el uso del genérico sin ceder a la falsa polémica del sexismo lingüístico ni buscar, sin más, la expresión políticamente correcta. Claro que también hay padres que deben considerarse incluidos, pero la naturaleza conjuga parir en femenino. 

jueves, octubre 13, 2016

Mi tendero

Imagino que todo el mundo tiene uno en su barrio, para sacarnos de apuro cuando se presenta un compromiso o un olvido a deshora que pone en peligro la tranquilidad familiar. Esta experiencia coincidirá con la de muchos, pero yo cuento la mía, que nace cuando una repentina y contrita conversión a la causa de la igualdad me puso en situación de hacer la compra, tarea de la que apenas supero el grado de aprendiz. Conocido de lejos hasta entonces, he ido descubriendo los misterios de ese oficio y, sobre todo, del personaje. Nadie espera cualidades de mago, confesor, psicólogo y terapeuta en quien te abastece pero, si además de todas esas funciones hace la suya y de forma eficaz, mejor que mejor.

viernes, septiembre 16, 2016

Estudiantes

Pocas tareas he conocido tan duras como la del estudio. Ya sé que dicho así puede resultar una afirmación provocadora, por lo que me pregunto y reitero ¿hay muchas personas que en la edad mágica y crítica que nos lleva de los 10 a los 25 años, consideren que el estudio es necesario, agradable u objeto de disfrute? Más bien se tolera como una imposición del grupo social, aceptada de forma inevitable por recomendación de los que nos quieren y tutelan, bajo la lejana y no cierta promesa de que un día terminará para liberarse del encierro forzado que cambió los colores de la vida libre por la presión de los libros, los exámenes, la soledad y el ensimismamiento repetitivo. O sea, que en una lista de prioridades, no es probable que el gusto por el estudio esté antes del décimo lugar, exagerando poco. 

viernes, agosto 12, 2016

Vándalos

Llegaron del norte de Europa en el siglo V, aprovechando las debilidades del imperio romano, y asolando, como era costumbre, cuanto encontraban a su paso, para instaurar reinados efímeros y errantes.  Lo que debió ser una estrategia de eficacia conquistadora a base de terror, muy frecuente también entonces, tomó la acepción semántica que les adjudicaba, casi en exclusiva, la etiqueta de la destrucción. Tras un establecimiento breve en el valle del Guadalquivir, pasaron al norte de África y un siglo después quedaba de ellos, para la historia, un término para designar cualquier actitud devastadora.   

sábado, julio 16, 2016

Cuatro años ya

Va a ser ésta una columna falta de objetividad, cortada por la obstinación y un obituario a deshora. Enviada en su tiempo, esperé en vano su publicación hasta que, al pedir explicaciones, un encargado de la redacción condicionaba este necesario desahogo a la importancia y carácter público del fallecido, categoría en la que no podían entrar mis cálculos, por consistentes que fueran mis razones.

jueves, junio 16, 2016

Antes de nada

No es la primera vez y tampoco creo que sea la última. Con una columna preparada para saldar una vieja cuenta que mantengo con quienes realizan uno de los trabajos más duros que conozco -los estudiantes- me sorprende la urgencia de otros acontecimientos y se cruza una idea que desplaza lo previsto. Dejo para la próxima entrega, si me aguanta la redactora, esta deuda con los libros para lanzar una andanada a la corrupción, que amenaza con ahogarnos o con otro peligro no menor, el de acostumbrarnos a convivir con ella. Sin entrar en honduras lingüísticas, el término aproxima a cualquiera a la idea de podredumbre, putrefacción y mal olor. 

viernes, mayo 13, 2016

Bicicletas

De siempre me han gustado las bicicletas. Tal vez porque, en lo más profundo de mis recuerdos infantiles, sigue vigente el deseo inalcanzado de tener una nueva, lo que sólo pudo paliarse, en parte, con una Frankenstein a pedales, resultado de la unión de piezas de otras, repintada mil veces y cedida en herencia forzosa por un amigo de mi hermano mayor cuando emprendía la incierta aventura de la emigración a Cataluña.  Es difícil que la compra posterior de los coches que he tenido me haya supuesto mayor ilusión que aquel legado que me ofrecía evasión y libertad, a cambio de entrar en el peligroso mundo del tráfico rodado y acceder por vez primera a la propiedad privada.  

domingo, abril 10, 2016

Por ejemplo

Hace poco tiempo dediqué esta columna a comentar una tendencia de los humanos, también de las sociedades, a responder con impulsos –pocas veces útiles- ante los sucesos más o menos impactantes y califiqué esas respuestas de “oleadas”. Debo pedir perdón por aplicar este término a la que provoca en casi todos algo tan doloroso como los recientes atentados perpetrados en Paris y en Bruselas, para decir “por ejemplo”, pero si quedó alguna duda de nuestro comportamiento y forma de actuar como masa en éstos y parecidos casos, observemos en segundo plano, puesto que ya habrán aparecido análisis cualificados, fruto de sesudos estudios elaborados  por gente que sabe mucho de esto.

miércoles, marzo 09, 2016

Casa Anastasio




Lo mismo que sus propios personajes, tienen los pueblos rincones y lugares que los hacen distintos de cualquier otro, les dan carácter y terminan convirtiéndose en decorado y música de fondo de la vida y las costumbres de sus habitantes. Hoy vivo el cierre del bar Casa Anastasio con el vértigo inquietante de ver que se pierde otro punto de referencia gastronómica y sentimental para muchos. 

martes, febrero 16, 2016

Oleadas

Nos guste o no, nuestro comportamiento y forma de sentir se mueve por oleadas. Aguantamos que se llene el vaso, hasta que una gota lo colma y basta una voz para dejarnos arrastrar en masa por una respuesta gregaria, seguramente de origen animal.

A final de noviembre, con motivo del día contra la violencia machista, esa inaceptable lacra que causa tanto dolor y a la que se empeñan en llamar “de género”, hemos pasado una oleada de pretendidas soluciones en todos los foros posibles. En lo más alto de la ola, algunos grupos políticos proponían la urgencia inaplazable de un gran pacto contra ese maltrato, no se sabe si conscientes de que el único pacto efectivo, el que se hiciera con los propios agresores, será técnicamente imposible. Durante ese tiempo, aparecen opiniones espontáneas, algunas autorizadas y otras menos, que apuntan a la educación como forma de erradicar el problema que a tantos intranquiliza, aunque sólo mientras amaina.

miércoles, enero 13, 2016

Deberes escolares

Todos, sin excepción, sentimos más cercanos nuestros derechos y aceptamos - mal que bien- algunos deberes, únicamente si son imprescindibles. Dispuestos a exigir, evitamos cualquier obligación, así que son malos tiempos para los deberes escolares cuando sólo estamos dispuestos a tener derechos. Doble sentido aparte, llama la atención con estas mimbres, el debate que se está abriendo paso en la calle y que, inevitablemente, se extiende por las redes sociales.  

Como el tema se presta a la polémica y he respondido de forma privada más de una vez a esta cuestión, bien merece una columna aprovechando el reciente paso de la navidad como ocasión para sufrirlos o disfrutarlos. Evito un corporativismo al que siempre me he supuesto ajeno si afirmo no creer que alguien busque la excelencia en tardes de niños angustiados y dramas familiares por culpa de unas tareas irrealizables y sin final. Posiblemente también esto se pueda arreglar con una buena organización sobre lo que debe ser el trabajo y la necesidad del ocio.