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lunes, julio 13, 2020

En cabeza ajena.

 

Nadie escarmienta en cabeza ajena y nadie debiera experimentar en ese sitio, pero me temo que ocurre. En columnas anteriores he insinuado mi debilidad por los escasos defectos que adornan a nuestros representantes públicos, seguramente porque nunca di el perfil para serlo, pero alguna vez hay que repartir equitativamente la leña y no colgar el sambenito siempre a los mismos. Habrá que asumir nuestra responsabilidad, ésa que tanto añoramos en cuanto sospechamos que nos merman. Que nadie se sienta acusado de algo que corresponde a todos, porque ahí está “la gente” para ser señalada cuando encontramos una culpa sin dueño, cual detritus resbaladizo, candidato a ser pisado, en la acera.