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viernes, julio 12, 2019

Romper tópicos

Aborrezco los tópicos con la misma reiteración que me abrazo a ellos, pero considero una suerte descubrir que nos equivocamos con frecuencia y aprovechar para aprender por el común y antiguo camino del ensayo y el error. Debería admitir, para comenzar, que uno de mis sarpullidos más recurrentes ha sido siempre la gestión de asuntos relacionados con la burocracia. Después de muchos años bregando y formando parte de la administración pública, había llegado a asumir que un gran número de las personas que trabajan en un despacho, son piezas de una maquinaria necesaria, casi siempre insustituible, pero normalmente alejada de las circunstancias personales de los usuarios. 

Pedir turno para una gestión urgente y encontrar una cola interminable, atendida por el funcionario más lento del mundo, puede ser la pesadilla de muchos. Con frecuencia, nuestro personaje se halla rodeado de otros compañeros muy serios que escudriñan pantallas ocupados en asuntos inaplazables con una dedicación que pone en duda su existencia, la de las prisas o el movimiento del mundo. La mínima prudencia impone un silencio –romperlo sería un error de fatales consecuencias – pero cuesta sustraerse a calcular el ahorro de horas que tendría el país si se priorizara la atención a los que esperan, igual que a veces hacen en el súper. Ocurre alguna vez, y no es una excepción, que en pleno éxtasis administrativo, se caiga el sistema y haya que llamar a los informáticos, cosa de la que nadie tiene culpa. Las miradas impacientes al reloj tampoco mejoran nada, así que mejor ahorrar gestos inapropiados.