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jueves, octubre 13, 2016

Mi tendero

Imagino que todo el mundo tiene uno en su barrio, para sacarnos de apuro cuando se presenta un compromiso o un olvido a deshora que pone en peligro la tranquilidad familiar. Esta experiencia coincidirá con la de muchos, pero yo cuento la mía, que nace cuando una repentina y contrita conversión a la causa de la igualdad me puso en situación de hacer la compra, tarea de la que apenas supero el grado de aprendiz. Conocido de lejos hasta entonces, he ido descubriendo los misterios de ese oficio y, sobre todo, del personaje. Nadie espera cualidades de mago, confesor, psicólogo y terapeuta en quien te abastece pero, si además de todas esas funciones hace la suya y de forma eficaz, mejor que mejor.