Que seamos sociales no debe ser un
capricho de la naturaleza, sino la evidencia de una necesidad que ayuda a
superar debilidades y nos asciende en la escala animal. Gracias a ella
aprendimos a encadenar esfuerzos y logros, de manera que cada generación
aprovechó los descubrimientos de la anterior, convirtiendo la suma en producto
a medida que la memoria acumuló aprendizajes. Sin unión seríamos ingenios
aislados con escasa capacidad de progreso y hasta un niño entiende que una
maroma se hace casi irrompible cuando convoca abrazadas las resistencias de
muchos cabos que se tensan a la vez.