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jueves, junio 16, 2016

Antes de nada

No es la primera vez y tampoco creo que sea la última. Con una columna preparada para saldar una vieja cuenta que mantengo con quienes realizan uno de los trabajos más duros que conozco -los estudiantes- me sorprende la urgencia de otros acontecimientos y se cruza una idea que desplaza lo previsto. Dejo para la próxima entrega, si me aguanta la redactora, esta deuda con los libros para lanzar una andanada a la corrupción, que amenaza con ahogarnos o con otro peligro no menor, el de acostumbrarnos a convivir con ella. Sin entrar en honduras lingüísticas, el término aproxima a cualquiera a la idea de podredumbre, putrefacción y mal olor.