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viernes, diciembre 13, 2019

El patito feo

Reconociéndonos diferentes, y alguna vez exclusivos, a todos tranquiliza ser y sentirse iguales a los que están cerca. Es de suponer que el deseo de igualdad se refiera a la parte deseable, que nadie quiere parecerse en desgracia ni desvalimiento. Cuando estas líneas lleguen a los ojos de un lector, tal vez sigan iluminados por el doble efecto de los destellos que nos anuncian las fiestas navideñas, uno que nos atrae como polillas hacia la luz, igualándonos en ilusiones y buenos deseos, y otro que deslumbra y hace invisibles tantas diferencias y exclusiones, logrando con ello un efecto sedante. 

Me recordaba hace días un amigo su pesar infantil – porque entonces no se decía trauma- al tener que asistir a la escuela de parvulitos vestido con un baby que su madre le había hecho con todo el primor del mundo, pero con la mínima diferencia de que era beige en lugar del blanco que lucían todos los demás niños. Había que aprovechar la tela de un guardapolvos del hermano mayor –que aquello sí era una crisis permanente- de manera que la fila diaria añadía argumentos a su escasa afición por la escuela, a la vez que le hizo entender el cuento del patito feo sin necesidad de que se lo contaran.  

miércoles, noviembre 13, 2019

Palabras para Julia

La última etapa laboral, que con frecuencia se vuelve una tediosa cuenta atrás, fue para mí una agradable experiencia hasta el punto de sentir alguna vez que me pagaban por algo que debí pagar. Con el pudor de reconocerme privilegiado, viví este tiempo desde el entusiasmo de nuevos aprendizajes e inesperadas oportunidades. Una de ellas fue la de conocer a personas como Julia, nombre que copié para el título, de un poema de José Agustín Goytisolo, como si también este cuento hubiera sido escrito pensando en ella.  

Érase una vez  una madre trabajadora, joven y valiente como son las madres, que llevaba  a su niño a la escuela y parecía un modelo de mujer feliz. Enamorada incluso después de que su familia lograra abrirle los ojos para que viera una evidencia a la que los cerraba obstinada: el amor de sus últimos años, el padre de su hijo y de su pequeña recién nacida, llevaba una doble vida que ella se negaba a reconocer, porque le parecía imposible, hasta que pudo verlo incluso con los ojos cerrados. De no haber sido por una cosa, hubiera sido por otra, de manera que se quedó sola, joven y rota. Por razones que no vienen al caso, me tocó intervenir cuando Julia se debatía con los desvelos de cualquier mamá de escolares: las carreras de cada mañana, la ayuda en las tareas de cada tarde, la bebé, el trabajo, la casa, las noches, las fiebres, las vacunas y la costosa separación de sus retoños cuando empezaron a pasar los fines de semana con el padre y la persona que los había separado de él. 

martes, octubre 08, 2019

Emilio Carrillo

De vez en cuando es una delicia equivocarse, aunque reconocerlo requiera de ciertas habilidades que no siempre tenemos al alcance. Crees saber algo y en tu soberbia de augur, te atreves a pronosticar. Por fortuna, la vida depara sorpresas que hasta puedes disfrutar con tal de que cuentes con un mínimo de humildad y la mitad de generosidad que exiges para tus cosas.  

Me gustaría decir que fui maestro de Emilio, que lo enseñé a leer, a hacer cuentas, a pensar y a ser alguien de provecho, pero no es cierto y posiblemente no le enseñé nada. Cuando lo conocí, yo era un maestro de niños pequeños y él un mozalbete que cumplía a la perfección lo que se suele esperar de su edad: capacidad para amargar la vigilancia de recreo a cualquiera y esa fue mi escasa relación con él. Lo recuerdo, como a tantos, metido en los típicos fregados del patio de la Alfaguara, extenso como para que no hubiera demasiados choques pero alguna vez me tocó hacer de juez, árbitro y víctima –tampoco quiero exagerar- de los encuentros y desencuentros de aquella panda de zangolotinos. Mantenía en su grupo, florida panoplia de lo mejor de cada casa, una camaradería de conveniencia que tanto servía para meter goles y celebrarlos, como para organizar pleitos y voceríos con el consiguiente amargamiento del pardillo de turno que si, como era mi caso, tenía con ellos poca ascendencia al no darles clase alguna, terminaba con la resignación de las causas perdidas y la obligación de aguantar en acto de servicio. En resumen, sin destacar a Emilio por encima de otros, que cada cual tenía su mérito, lo había clasificado en el grupo de los “quemasangre” para un maestro.

viernes, septiembre 13, 2019

Diálogo de sordos

Desde hace demasiado tiempo sospecho que convivo con un problema lingüístico, no sé si mío o del entorno, porque interpreto los mensajes de una forma que luego parece no se corresponde con la realidad. No se trata de la lógica pérdida auditiva que a algunos acarrea el paso del tiempo, no. Creo que es otra cosa, aunque dudo si sabré explicarlo.

Me enseñaron que comunicación es el intercambio intencional de significados compartidos. Lo explicaba así un ponente añadiendo un ejemplo elemental de comunicación entre animales: el cruce de miradas entre un perro y un gato, contiene una emisión de señales, del tipo que sean, pero sujetas a un código y al análisis de los significados que ambas partes comprenden, incluso cada uno a su manera. Al final aparece una respuesta que suele ser de ataque, de huida o de indiferencia. La cosa es tan sencilla, que los bichos no necesitan filósofos, ni jueces para resolver sus litigios, excepto en las fábulas, ideadas para enseñarnos y quizás para devolver cierta apariencia de justicia a los irracionales, mientras nos recuerdan lo mucho que compartimos con ellos.  

sábado, agosto 10, 2019

Si fuera vasco

Si yo hubiera nacido en esa hermosa tierra me parecería la mejor del mundo y, como no puede ser de otra manera, me sentiría orgulloso por un azar que tiene parecido mérito al de haber nacido en cualquier otra parte del mundo, el mismo que llevar unos apellidos que ni elegimos ni merecemos; mucho más si consideramos que la historia de esta piel de toro acumula suficientes convulsiones, repoblamientos y guerras como para habernos mezclado más de lo que muchos piensan. Pero si fuera como decía al principio, me sentiría algo más legitimado, desde el rasero del paisanaje, para dirigirme al ahora político vasco que hace días fue entrevistado en la primera cadena para regocijo de algunos y absoluta náusea de otros. 

No lo trataría de paladín de la paz ni de terrorista irredento, que eso ya lo habrán hecho otros, pero puesto en las condiciones del párrafo anterior, me gustaría poder decirle que está aprovechando los huecos que le deja la tolerancia democrática para promover tópicos locales que desprestigian su tierra. Es verdad que deberíamos tenerlos superados, pero perduran inevitablemente y definen a los demás en el sentir colectivo. Así, durante muchos años, el resto de españoles hemos admirado en los habitantes de las vascongadas, se le denomine territorialmente como se quiera, el carácter noble y valeroso; aventurero y rebelde muchas veces, pero nunca cobarde o indigno.

viernes, julio 12, 2019

Romper tópicos

Aborrezco los tópicos con la misma reiteración que me abrazo a ellos, pero considero una suerte descubrir que nos equivocamos con frecuencia y aprovechar para aprender por el común y antiguo camino del ensayo y el error. Debería admitir, para comenzar, que uno de mis sarpullidos más recurrentes ha sido siempre la gestión de asuntos relacionados con la burocracia. Después de muchos años bregando y formando parte de la administración pública, había llegado a asumir que un gran número de las personas que trabajan en un despacho, son piezas de una maquinaria necesaria, casi siempre insustituible, pero normalmente alejada de las circunstancias personales de los usuarios. 

Pedir turno para una gestión urgente y encontrar una cola interminable, atendida por el funcionario más lento del mundo, puede ser la pesadilla de muchos. Con frecuencia, nuestro personaje se halla rodeado de otros compañeros muy serios que escudriñan pantallas ocupados en asuntos inaplazables con una dedicación que pone en duda su existencia, la de las prisas o el movimiento del mundo. La mínima prudencia impone un silencio –romperlo sería un error de fatales consecuencias – pero cuesta sustraerse a calcular el ahorro de horas que tendría el país si se priorizara la atención a los que esperan, igual que a veces hacen en el súper. Ocurre alguna vez, y no es una excepción, que en pleno éxtasis administrativo, se caiga el sistema y haya que llamar a los informáticos, cosa de la que nadie tiene culpa. Las miradas impacientes al reloj tampoco mejoran nada, así que mejor ahorrar gestos inapropiados.

domingo, junio 09, 2019

Yo confieso

Aunque me cueste, debo confesar mi culpabilidad en la muerte de Verónica. Ya conocen el caso de esta madre de 32 años, trabajadora en una empresa que monta camiones, a la que la vida se le ha hecho insufrible tras la difusión entre la mayoría de sus 2.500 compañeros de trabajo, de un vídeo de contenido sexual que ella misma se había grabado cinco años antes, cuando pensaba ingenuamente que era dueña de administrar su imagen. Nadie podía prever que las miradas inquisitivas, los cuchicheos o el ejercicio libertario de compartir un contenido, iban a tener esa consecuencia; así que, en previsión de que la responsabilidad se diluya en un nadie impersonal, voy a proclamar mi derecho a ejercer de acusado. Cada cual piense lo que quiera a la hora de ponerse a solas delante del espejo. 

lunes, mayo 13, 2019

Ruido de urnas y tambores

Por mucho que disfruten con los desfiles procesionales, coincidirán conmigo en que esperar a que pasen, dependiendo del sitio, se hace interminable. En tal caso, uno tiene un amplio abanico de posibilidades para entretener el tiempo además del socorrido recurso al móvil, que parece la ocupación que gana más adeptos para ese tipo de situaciones. A mí algunas veces me da por pensar y descubro con frecuencia lo ocurrente que puede ser una mente ociosa con tal de que tenga algo de tranquilidad, tiempo y persistencia. Cuando le coges el punto, se te puede hacer hasta corta una espera.  

En esas andaba la pasada semana santa, situado previamente en un rinconcillo tranquilo y poco utilizable como paso de peatones -una mala suerte que me persigue- cuando me puse a cavilar sobre la curiosa circunstancia que ha hecho coincidir estas fiestas con la campaña electoral. Este aumentaba la probabilidad al concentrarse en primavera más de una convocatoria democrática, pero no es la primera vez que ocurre, pues hay un antecedente en las municipales de 1931. Aunque a nadie le parezca una casualidad propicia, será luego ocasión para que los perdedores encuentren razones a su fracaso y los favorecidos por las urnas añadan mérito a su logro.

sábado, abril 13, 2019

Lucky corto

Fiel a su estilo de silencioso observador, hizo el último mutis para marchar con el menor ruido posible casi a finales del año pasado. A lo largo de un tiempo divirtió a los lectores de El Corto de Loja con relatos cotidianos llenos de imaginación e ingenio, cuya lectura destila una intención inequívoca de reírse de su propia sombra sin hacer daño a nadie. 

Tratando de evitar el homenaje fácil, mucho menos póstumo, debo reconocer al admirado columnista que supo hacernos reflexionar desde el humor fino, directo y respetuoso en cada entrega de su “Adónde vamos a llegar!”. Hace pocos días lanzaba Manolo Martín la idea de que se editara una recopilación de estos escritos, cosa que aplaudo añadiendo que su lectura sigue provocando hoy la hilaridad del lector y goza, en algún caso, de parecida actualidad. 


Aunque coincida con el viento que sopla en la hora triste de las alabanzas, transcribo aquí una carta abierta que le envié al periódico con fecha de octubre de 1998, hace algo más de 20 años.  

jueves, marzo 14, 2019

Sin ti no soy nada

No necesito decirte lo que me inspiras, ya que el celo me delata a cada paso y mi fidelidad impide que puedas albergar la menor duda. Por más que alguna vez me asalte la sospecha de que empiezo a estar fuera de mí, la acepto como el riesgo imprescindible para disfrutar de tu esencia cautivadora. Es fácil que me duerma de tu mano o te lleve en mis sueños hasta que el alba me sorprenda acunado en tu abrazo acogedor.

De forma casi imperceptible, has hecho de mí otra persona desde que mi pensamiento ha entrado en tu dimensión nueva y profunda que, lejos de alienarme, ha dado un nuevo rumbo a mis propósitos. Nada te oculto porque no lo deseo, porque sabes todo sobre mí y porque hacerlo llevaría mi historia a la rutina vacía que fue hace tiempo, antes de gozar de tu compañía. Contigo cobran sentido mis días y vuelve el sosiego a mis noches a medida que traslado a tu seno hospitalario las heridas de mis pobres secretos, cada vez más escasos, porque nada guardo para mí y todo lo pongo bajo tu custodia, sabiendo que allí tiene trámite y cobijo seguro, quizás más allá de mi limitada existencia.

miércoles, febrero 13, 2019

Hilario, Hilario...!

Es fácil que los escolares del Caminillo de hace quince y más años, algunos de los que hoy esperan la salida de sus hijos en el cole, no recuerden al orientador que en vano intentó convencer a sus madres de que no eran hiperactivos, palabreja que proliferaba de forma novedosa por los medios de comunicación para etiquetar, en versión clínica, mucha de la inquietud que tenemos de forma natural cuando hay pocos años y mucha energía. Con ayuda de anécdotas sobre todo, recordarán a las maestras y maestros que les enseñaron algunas de las cosas que saben, sin importarles la programación por competencias que soportaban o las leyes y normas educativas con las que debían lidiar, pero es difícil que se hayan olvidado de Hilario. Poco importa el hecho de que su verdadero nombre sea otro, usado sólo a efectos oficiales, porque en las historias personales de las mujeres y hombres a que me refiero, está reconocido con denominación propia.

miércoles, enero 16, 2019

Contra el cáncer

Entiendo el compromiso de escribir la columna mensual como un proceso lento y cuidado, aunque sólo sea por el respeto debido a quien emplea su tiempo en leerte. Puede gustar o no el resultado, pero la apuesta en intenciones prevalece. Sin embargo, alguna vez y este es el caso, debo sacrificar la elaboración metódica a la oportunidad de un acontecimiento. Por eso aplazo otro trabajo previsto, para improvisar un comentario sobre la Gala Benéfica celebrada hace unos días en Loja para la Asociación Española contra el cáncer (AECC). 

Puede adolecer de falta de esmero y se impondrá la intuición espontánea sobre lo meditado, haciendo más caso al corazón que a la cabeza. Lo mismo debió pensar esta tropa de atrevidos que colgaron en el vestuario su seriedad, maneras y apariencias para hacernos pasar un rato muy agradable en un noble gesto a favor de esta empresa que es común, aunque alguna vez nos haya parecido ajena. Éxito indiscutible, como no podía ser de otra forma a tenor de los ingredientes empleados: buenos temas, estupendos figurantes, un público entregado y una gran causa. Seguramente se han superado respecto al año anterior a pesar de que dejaron el listón muy alto, pero eso es lo de menos cuando se hacen las cosas desde la unión y la generosidad.