Hubo un tiempo en el que fue imprescindible, compartiendo el tipismo de estas fechas con mantecados, zambombas y luces de colores. Hoy, casi extinguido como género literario, mantenemos el cuento de navidad como ritual de fiesta de invierno y transición al año nuevo. Cómo llamar, si no, al afán desproporcionado que se nos despierta en estas fechas por hacer y esperar regalos, llenar la despensa o la tripa y adornar todo con brillo de felicidad para ir en alegre cortejo a rendir adoración al nuevo ídolo de nuestros días, el consumo.