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sábado, agosto 10, 2019

Si fuera vasco

Si yo hubiera nacido en esa hermosa tierra me parecería la mejor del mundo y, como no puede ser de otra manera, me sentiría orgulloso por un azar que tiene parecido mérito al de haber nacido en cualquier otra parte del mundo, el mismo que llevar unos apellidos que ni elegimos ni merecemos; mucho más si consideramos que la historia de esta piel de toro acumula suficientes convulsiones, repoblamientos y guerras como para habernos mezclado más de lo que muchos piensan. Pero si fuera como decía al principio, me sentiría algo más legitimado, desde el rasero del paisanaje, para dirigirme al ahora político vasco que hace días fue entrevistado en la primera cadena para regocijo de algunos y absoluta náusea de otros. 

No lo trataría de paladín de la paz ni de terrorista irredento, que eso ya lo habrán hecho otros, pero puesto en las condiciones del párrafo anterior, me gustaría poder decirle que está aprovechando los huecos que le deja la tolerancia democrática para promover tópicos locales que desprestigian su tierra. Es verdad que deberíamos tenerlos superados, pero perduran inevitablemente y definen a los demás en el sentir colectivo. Así, durante muchos años, el resto de españoles hemos admirado en los habitantes de las vascongadas, se le denomine territorialmente como se quiera, el carácter noble y valeroso; aventurero y rebelde muchas veces, pero nunca cobarde o indigno.