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jueves, mayo 20, 2021

Saber irse.

 


Al llegar me encantó, en el más amplio sentido del verbo, lo mismo que debió ocurrirle a mucha gente. Es verdad que la experiencia debiera servirnos para tamizar los resplandores, pero la condición humana no aprende y siempre deja un hueco receptivo a la invasión por el embrujo de la magia, sobre todo si viene envuelto en tus propios lugares comunes y coincide con fijaciones antiguas. Te crees en posesión de un pensamiento maduro pero no te resistes a confundir un mitin con el encanto melodioso de un sermón de las bienaventuranzas.