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martes, febrero 16, 2016

Oleadas

Nos guste o no, nuestro comportamiento y forma de sentir se mueve por oleadas. Aguantamos que se llene el vaso, hasta que una gota lo colma y basta una voz para dejarnos arrastrar en masa por una respuesta gregaria, seguramente de origen animal.

A final de noviembre, con motivo del día contra la violencia machista, esa inaceptable lacra que causa tanto dolor y a la que se empeñan en llamar “de género”, hemos pasado una oleada de pretendidas soluciones en todos los foros posibles. En lo más alto de la ola, algunos grupos políticos proponían la urgencia inaplazable de un gran pacto contra ese maltrato, no se sabe si conscientes de que el único pacto efectivo, el que se hiciera con los propios agresores, será técnicamente imposible. Durante ese tiempo, aparecen opiniones espontáneas, algunas autorizadas y otras menos, que apuntan a la educación como forma de erradicar el problema que a tantos intranquiliza, aunque sólo mientras amaina.