Entiendo el compromiso de escribir la columna mensual como un proceso lento y cuidado, aunque sólo sea por el respeto debido a quien emplea su tiempo en leerte. Puede gustar o no el resultado, pero la apuesta en intenciones prevalece. Sin embargo, alguna vez y este es el caso, debo sacrificar la elaboración metódica a la oportunidad de un acontecimiento. Por eso aplazo otro trabajo previsto, para improvisar un comentario sobre la Gala Benéfica celebrada hace unos días en Loja para la Asociación Española contra el cáncer (AECC).
Puede adolecer de falta de esmero y se impondrá la intuición espontánea sobre lo meditado, haciendo más caso al corazón que a la cabeza. Lo mismo debió pensar esta tropa de atrevidos que colgaron en el vestuario su seriedad, maneras y apariencias para hacernos pasar un rato muy agradable en un noble gesto a favor de esta empresa que es común, aunque alguna vez nos haya parecido ajena. Éxito indiscutible, como no podía ser de otra forma a tenor de los ingredientes empleados: buenos temas, estupendos figurantes, un público entregado y una gran causa. Seguramente se han superado respecto al año anterior a pesar de que dejaron el listón muy alto, pero eso es lo de menos cuando se hacen las cosas desde la unión y la generosidad.
El resultado plantea la duda de si esta magnífica organización, las horas de ensayo, la concurrencia de técnicos y voluntarios, así como todo el trasfondo estructural que vamos conociendo a medida que nos cuentan, no está muy por encima de una recaudación que fácilmente puede averiguarse de acuerdo con el aforo, el precio y las sesiones. Sólo desde el entusiasmo desinteresado puede lograrse un producto semejante. Quiero pensar que se busca y se estará consiguiendo un plus de visibilidad social si entendemos el ejemplo de tantas y tan variadas individualidades dispuestas a unirse en una labor que es y debe ser de todos. El cáncer parece, con diferentes probabilidades personales, un destino común de los vivos si la existencia nos otorga plazo suficiente.
La AECC hace labores de prevención mediante la educación en salud, ayuda y apoya a los afectados y familias y fomenta una investigación que, cada vez más, está ganando la batalla. Si contra las incertidumbres del futuro contratamos planes de jubilación o de ahorro asumiendo el riesgo de no llegar a disfrutarlos, parece lógico comprender que unirse a los fines de esta organización es una inversión que aumenta las posibilidades de disfrutar otras. Hacerse socio no será sólo una decisión altruista -aunque lo sea- sino también una medida inteligente.
Felicidades a todos los que hicieron posible esta Gala, cuyo modelo debería servir para exportar este ejemplo de colaboración, camaradería y complicidad de los participantes desde sus distintas opciones personales, para luchar contra otros cánceres sociales que también originan dolor y daño. Escriba cada cual una lista con los que les parezca más necesario erradicar, yo adelanto la envidia, por ejemplo. Conseguirlo será difícil, pero también parecía imposible que la banda de secuestradoras “panteras de la noche” aprendiera la letra del “Aserejé” y la portavoz del grupo me lo ha recitado del tirón. Claro que yo no me la sé y mi valoración no es totalmente objetiva. Convencida sí que estaba.
Por ellos y ellas, por el ejemplo que han dado, pero sobre todo, por nosotros, hay que asociarse con esta empresa. La cuota es libre y el éxito está asegurado.
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