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miércoles, enero 19, 2022

A veces lo consiguen



No ocurre siempre, pero esta vez parece que ganaron los malos. Por fortuna fallan muchas veces en su propósito de erradicar al que sobresale - poco importa cómo o en qué – pero la policía está buscando la posible relación entre el suicidio de una joven en un pueblo de Jaén y el acoso que sufría por distintos medios y había denunciado en cuatro ocasiones desde los últimos seis meses. Aunque se investigaba el caso, para la delegación de Derechos Humanos, ni los cuerpos de seguridad ni la autoridad judicial ha actuado con la celeridad suficiente para esclarecer el presunto acoso social y acabar con el sufrimiento de una persona, cuya diferencia resultaba insoportable para alguien.

La decisión personal de acabar definitivamente con todo parece tan seria y traumática que lo mínimo exigible es un velo de respeto pero, por si pudiera tener relación con el acoso, no está de más reflexionar sobre esta perversión humana, que parece un mal de hoy pero resulta ser una de las manifestaciones de la envidia, tan antigua como el mundo y tan mezquina como el veneno que destila. Ya en la literatura griega aparece el mito de Procusto, personaje afanado en cortar cualquier cabeza que sobresaliera, sobre todo porque ponía de manifiesto la escasez de su talla.

Haré hoy una excepción a la norma de no duplicar innecesariamente las flexiones de género para enfatizar que tanto unas como otros pueden asumir este desagradable papel con eficacia, al decir que los acosadores y acosadoras están entre nosotros, tan cerca que apenas reparamos en ellos y ellas. Dado que llevan una eternidad practicando, adoptan en sus formas toda la sofisticación posible y enarbolan cualquier bandera mientras acosan con el señuelo de evitar riesgos morales que inventan para justificar, sencillamente, que no aceptan que otro destaque porque pone en evidencia la inferioridad que sólo a ellos o ellas afecta y perciben. Pasado el ataque, saben camuflarse en los foros oportunos para agitar, si es preciso, la divisa de la protección a las víctimas, porque el cinismo es un disfraz que utiliza la envidia.

Su objetivo es tan sencillo como aniquilar al que no les gusta y a veces lo consiguen, porque se mueven con soltura en el límite de lo demostrable y acechan para dañar sin dejar huellas, de manera que, cuando el hostigado da el costoso paso de pedir ayuda denunciando, deja todo su insoportable mundo en manos de quien espera la acción que ha de liberarlo. Si así ocurre, le queda lamer sus heridas confiando en el bálsamo del olvido, pero si el árbitro asume el papel de estúpido mediador que, con exceso de prudencia confunde conflicto con agresión y esquiva su compromiso en pos de una pacificación infantil e innecesaria, suele hundir al agredido en la amarga desesperanza del abandono. Para completar la escena, basta añadir el coro de testigos sordos, mudos y ciegos que cantan indiferentes las excelencias de participar en la uniformidad discreta, al tiempo que esconden una mueca de llanto para usarla cuando se consume la tragedia.

Nadie puede decidir la voluntad ajena, pero hoy coinciden fatalmente el desenlace y la escasa diligencia de quienes tenían el deber de ejercer la autoridad y la justicia, lo que hace volver muchas miradas en forma de sospecha por si la tolerancia puede ser cómplice de la impunidad de que disfrutan quienes tienen la desgracia de estar envenenados por su propia envidia. Tampoco hay que olvidarse del coro, que puede estar ahora, incluso, haciendo proclamas en las manifestaciones. Y es preocupante que en ese coro podamos estar cantando todos.    

2 comentarios:

  1. He tenido la suerte de leer las últimas cinco anotaciones de su bitácora y quiero hacerle llegar mi agradecimiento por la precisión, sencillez, riqueza y gracia de su escritura, propia de un clásico castellano.

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    1. Buenas tardes. Le aseguro que me siento muy honrado y agradecido por su comentario. Ojalá escribiera yo como un clásico castellano así que, desde el más profundo compromiso, sepa que me siento halagado. Suelo escribir una columna cada mes y puedo decirle que, en lo sucesivo, intentaré mejorar sabiendo que usted lo lee. Gracias de nuevo.

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