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martes, noviembre 13, 2018

Compren lotería

Antes que de hoteles, he sido cliente de pensiones estudiantiles con escaleras animadas por seriales de radio y permanente olor a sardinas o coles, pero cambian los tiempos y llega el Imserso empeñado en que hagas ejercicio paseando la maleta que te regalaron los hijos cuando la jubilación para que visites ilustres ruinas y monumentos, al tiempo que haces fotos y compras recuerdos inservibles. Semejante renuncia a la tranquilidad doméstica, te hace ser testigo del ataque emprendido en el mundo de la hostelería contra nuestras costumbres higiénicas, con el empeño cursi de querer ignorar la carga de desechos que somos, como si ocultarlo nos hiciera más limpios. En el fondo, será una simple campaña de ahorro, o mejor dicho, de aumento de beneficios. 

La cosa empieza por la progresiva supresión del bidé, utensilio del que me siento deudor devoto por razones que en este momento no debo explicar. En claro proceso de extinción, lo declararía especie protegida ante el empeño que ponen los recepcionistas en explicarme que la ducha puede suplirlo. De poco sirven los argumentos sobre maniobras higiénicas que lo hacen más específico y eficaz, si no lo incluyeron en la obra. Una pérdida importante, cuando apenas se había generalizado en nuestros cuartos de baño, que es de esperar no se extienda también al lavabo con idéntico argumento.  

El siguiente acto de rigor inquisitorial contra el desahogo tranquilo está siendo la desaparición de la escobilla en el inodoro. Prescinden de esta humilde herramienta capaz de poner un aliviadero en estado de revista a la vez que nos piden ahorro de agua en el mismo sitio. Ya me dirán cómo se suple el proceso de barrido si no es a base de vaciados de cisterna, empresa cuyo éxito dependerá de diversos factores de persistencia y consistencia, porque no es plan irse de marcha turística a sabiendas de que una criatura tendrá que enfrentarse a ciertos desaguisados, por liberadores que hayan sido y artísticos que parezcan.  Un derroche de agua y de fatiga, sobre todo para quien la pase. 

Para terminar el plan de ahorro, están imponiendo un papel higiénico de menor gramaje y anchura que el usual, lo que acarrea riesgos de accidente en tramo de escasa visibilidad, cosa que tampoco requiere aclaraciones. Cuando es satinado puede, incluso, resbalar más que absorber. Estaba pensando que sería preferible ahorrarlo en la libretilla que dejan sobre el escritorio, cuando visité un centro de interpretación en Lugo, que exhibía el “xilospongium”, útil polivalente y eficaz que usaban los romanos y cubría casi todas las carencias que pretenden imponernos los hoteleros actuales. A ver si vamos a tener que retroceder es esto. 

No niego que la columnilla ha salido huérfana de glamur, pero qué quieren, a todos nos gustaría ser como las abejas, que dejan miel a cambio de libar flores. Todo tiene su ventaja porque en algún sitio oí decir que una conversación escatológica suele atraer la suerte en la lotería, así que jueguen por si acaso, que yo ya lo hice. Naturalmente, hubiera sido más oportuno escribir sobre la situación de nuestra justicia y la intolerable viscosidad de algunos altos togados con puñetas y todo, pero tenía dos posibilidades para hablar de cosas malolientes y he preferido la terapia de la comicidad a la aparente trascendencia. Porque es  más humana y menos dramática. 

1 comentario:

  1. Primero ha sido una sonrisa, después se me ha venido encima una sonora carcajada. Genial este artículo. Por cierto, yo compro todos los días mi número de la ONCE. :-))

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