Buscar en este blog

sábado, octubre 13, 2018

Liberad a Willy

Diré una vez su nombre, pero sólo una, para no colaborar en la subrepticia campaña de publicidad que parece haber emprendido. Evitando cualquier menosprecio, ajeno a mi estilo y porque no estará enfrente para responder, a mí me gustaría conocer a Willy Toledo como un actor que creara y transmitiera emoción en el escenario, conmoviendo por su capacidad de transformación en la interpretación de algún personaje. Alejado de ese modelo, hoy es mucho más conocido tras haber sido procesado bajo la acusación de un delito contra los sentimientos religiosos, en concreto por escarnio, que se entiende como “una burla tenaz que se hace con el propósito de afrentar”. 

Sorprende la invocación obsesiva e irrespetuosa a las creencias de otros por parte de quien parece no creer en nada. En frío y por escrito, sin el atenuante de la maldición que se escapa en un calentón doloroso, se cisca en lo que es sagrado para mucha gente y lo pone en una red social por si hubiera alguna duda, sin otro argumento que su pulsión escatológica. Aclara que no se siente obligado a atender la comparecencia reiterada de un juez, puesto que lo protege la constitución y le parece que no ha cometido delito. Ahora le debemos una curiosa solución para acabar con el colapso judicial. Como suele ocurrir, un coro de defensores, que recuerda la película de la que he tomado el título, enarbola su compromiso con la libertad de expresión, a la que deben considerar ilimitada y libre de cualquier responsabilidad. 

Por distancia, categoría y altura, no creo que los excrementos de este hombre, sean lo abundantes que sean, ofendan a Dios ni a la Virgen María, a quienes al parecer, van dirigidos. No ofende quien quiere aunque, independientemente de la elegancia que se exhiba, hay un universo de sentimientos diversos, de emociones y arraigos poco tangibles pero reales, que no siempre se explican desde la razón y que sienten la mayoría de las personas. Supongo que a todo el mundo le deben parecer respetables los símbolos de su familia, terruño, o incluso de su club deportivo. Más pueden ser en algún caso los sentimientos religiosos, pero habrá que darles, por lo menos, parecida importancia, siempre que no perjudiquen a nadie.  

Sospecho que hay una cierta corriente a favor de dejar estas cosas en el olvido y evitar problemas porque otros mayores tenemos. También, que está mejor visto ponerse del lado de este sufrido paladín libertario, que sembrar la sospecha de que se admite siquiera el sentimiento religioso, pero no se puede tener todo y en charcos más hondos se mete a veces uno. No obstante, cuando se necesita luchar por la libertad de expresión, existen latitudes, no demasiado alejadas en las que se reconoce este déficit de forma tan clara, que su defensa ofrece, incluso, el sacrificio heroico. Pero sabe el provocador que aquí “la reaccionaria respuesta de la justicia” le va a salir casi gratis y seguramente, muy rentable en términos de publicidad. Ésa puede ser la diferencia y no será el primero ni el último. 

Por eso el abajo firmante, que para fortuna de todos no es juez, opina que no debiera ser condenado a otra pena que la de ganarse la vida con el trabajo que declara tener, sin más beneficio para sus exabruptos que la simpatía que despierte en tantas personas como se consideren agraviadas por sus deposiciones. Y que tome algún astringente. 

1 comentario: