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viernes, enero 29, 2021

La mayor proeza


Hoy, más que opinar, invito a documentarse a quien quiera disfrutar de una historia que puede enorgullecernos como españoles o, en caso de ser alérgico a lo patrio, como simples humanos capaces de sentir el optimismo ante lo mejor de nuestra especie. La cosa tiene que ver con la viruela, pandemia que azotó a la humanidad desde hace más de 5.000 años, con un saldo incalculable y demoledor: un 30% de mortandad en pacientes, otro tanto de supervivientes con ceguera y, para todos los que enfermaban, lesiones cutáneas muy visibles en el rostro. Por épocas, asolaba zonas del mundo, calculándose que sólo en Europa durante el siglo XVIII segaba la vida de 400.000 personas al año. En América, posiblemente por falta de defensas naturales, producía estragos entre los nativos, de manera que a principios del XIX la situación era desesperada. Hay que recordar que medio continente pertenecía al reino de España, al que pedía ayuda sanitaria con el mismo afán que buscaba independizarse.

Ocupaba el trono de España Carlos IV, modelo de casi nada, pero que aceptó el empeño de extender por lo que quedaba del imperio un remedio descubierto por el inglés Edward Jenner pocos años antes y que ya se utilizaba en Europa. Se trataba de la inoculación de una forma benigna de viruela que padecían las vacas, así que se llamó “vacuna”. No era fácil conseguir que un preparado con nueve días de vigencia llegara activo tras una travesía atlántica de dos meses, por lo que se sucedieron los fracasos hasta que un médico militar, Francisco Javier Balmis, ideó una cadena humana de transmisión. Razones técnicas aconsejaban hacerlo con niños y se optó por una selección de veintidós menores a los que acompañó, con tutela y cuidados de madre, Isabel Zendal, rectora de la casa de expósitos de La Coruña. 
La Real Expedición Filantrópica de la Vacuna partió de La Coruña, hizo escala en Canarias y llegó a Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, Méjico y Filipinas. En cada punto de destino se constituyeron comisiones de vacunación para formar a sanitarios locales y mantener la extensión de la vacuna. De regreso a España, no sólo se arriesgaron a vacunar en condiciones hostiles en China, sino que aprovecharon para hacerlo en la isla de Santa Elena, sin importarles su pertenencia a Inglaterra, con la que estaba nuestro país en guerra. El viaje estuvo lleno de todas las penalidades y peligros imaginables que sortearon con heroicidad y riesgos para la vida, como ocurrió al Dr. Salvany, segundo director de la expedición, que murió en Colombia. Inevitable será confrontar el dilema ético por la utilización de menores con la generosidad de la corona, la distribución gratuita y la contribución a la erradicación de la viruela. 
 Es imposible hacer un cálculo de los millones de vidas que salvó esta iniciativa, posible gracias a un grupo de compatriotas, hoy casi desconocidos, que sin buscar oro ni honores, salvaron a medio mundo de una pandemia, sin conseguir aminorar la leyenda negra. Al tener noticias de esta gesta, dijo el descubridor de la vacuna, Edward Jenner: “No puedo imaginar que en los anales de la Historia se proporcione un ejemplo de filantropía más noble y más amplio que éste”. Poco después el descubridor Alexander Von Humboldt, escribía: “Este viaje permanecerá como el más memorable en los anales de la historia”. 
 Hoy lo tenemos prácticamente almacenado en un trastero de la memoria. Claro que todavía se pueden descubrir detalles de esta singular parte de nuestra historia por si nos reconcilia con algún tiempo anterior al compararlo con los que ahora corren. 
                                                                                   





4 comentarios:

  1. Interesantísimo. Muchas gracias por seguir compartiendo historias y reflexiones interesantes.

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    1. Gracias, Noelia. Recuerda que sigo tu recomendación, así que tú tienes algo que ver en esto. Un gran abrazo.

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  2. Bien escrito y bien documentado, amigo José María. Sigue deleitándonos con tu escritura.

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    1. Todo está en la historia, Lola. Me he limitado a curiosear y te aseguro que a mí también me ha maravillado conocer esta aventura que deberíamos celebrar más todos. Gracias por el ánimo que me das, querida amiga. Besos.

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